Menos mal que hoy solo había programada media jornada. De lo contrario, nuestros alumnos hubieran salido ardiendo ante tal profusión de ideas. Sería sencillo echarle la culpa únicamente a Jota Cuspinera quien, ahora que habíamos llegado a un cierto consenso sobre la importancia del big data y la estadística avanzada, llegó para cuestionar todas las teorías empleando citas de Einstein, Heisenberg e incluso Churchill.
Jota es un entrenador emocional, no cabe duda. Un detalle que no deberían pasar por alto los directores deportivos que lo contraten para trabajar hombro con hombro en la persecución del éxito de los proyectos. En ello insistió Willy Villar, quien a la relación entre el entrenador y el director deportivo le exige una serie de valores y características incompatibles con la desconfianza o un mal proceso de selección. Y es que, si el director deportivo quiere ser esa figura accesible, pero al mismo tiempo invisible, que coordina el trabajo de una organización tocando apenas una o dos teclas aquí y allá, los procesos de selección resultan determinantes.
En esta misma línea se encuentra Jordi Martí, director deportivo de Joventut de Badalona, una de las canteras más fecundas de Europa, aunque el renacido interés de los grandes clubes por las jóvenes estrellas (ahora el Madrid o el Barcelona son equipos plataforma para la NBA) lastre su propio proceso de detección y selección. Con total seguridad en su visión e idea de futuro, enseñó a los futuros DiDe lo que supone asumir un oficio en el que todas las aportaciones son bienvenidas.
Tres figuras de enorme relevancia para cerrar unas jornadas en las que la dirección deportiva ha adquirido el peso que debe tener. Muchas fórmulas se emplearon como maleficios contra las malas prácticas, los funcionarios del baloncesto y contra quienes no entienden que todos los sacrificios que cada día hacemos en favor de nuestros clubes son también los que venimos llevando a cabo desde bien pequeños, desde el mismo día en que nos enamoramos de este deporte y lo pusimos por delante de otros, de ofertas de ocio más aparentemente atractivas y hasta de nuestros propios amigos y parejas.
Cursando nuestro Máster asumen que no van a hacer únicamente números o ciencia, sino magia.
Quizá lo más importante que deben saber nuestros alumnos, ahora que parten de regreso hacia sus casas para cargar pilas, es precisamente eso: que no asumen un cargo sin más en una oficina cualquiera en un gremio como cualquier otro, en el que todas las conductas son válidas si llevan a buen puerto. No, cursando nuestro Máster asumen que no van a hacer únicamente números o ciencia, sino magia. Que van a conectar personalidades, lo que puede ser química, barajar probabilidades, pura matemática, en base a la geometría que hay detrás del baloncesto, pero que lo esencial es la fusión de todos los elementos, la mezcla de todos los ingredientes en una poción en la que lo más importante es ese conocimiento que revierte en intuición y esa pasión que hará que todos nuestros aciertos y errores terminen siendo lo de menos.