Hay muchos mitos relacionados con la noche de las hogueras de San Juan. Algunos tienen que ver con el sol y otros con el nacimiento de San Juan, el bautista, al que las llamas anunciarían. En cualquier caso, en los distintos rincones de nuestro país donde se rinde tributo al fuego, lo más apropiado es quemar aquello que limita o entorpece nuestro desarrollo personal y profesional, lo que en el caso del entrenamiento en baloncesto suelen ser mitos y falsas creencias; miedos e inseguridades que terminamos proyectando en los jugadores.
El “día más largo del año” comenzó temprano en el I Congreso de Minibasket organizado por Sport Coach Academy como prólogo del Curso de Experto en Minibasket. Con todo ya preparado, varios de los congresistas defendieron sus comunicaciones, basadas muchas de ellas en la transmisión de los mensajes, los aspectos emotivo-afectivos del juego y la propia eficiencia de una comunicación que debe colocar en el centro, como punto de partida, al niño o niña. Miguel Giménez, Gabriel Loaiza y Álvaro de la Morena pusieron sobre la mesa numerosos temas de debate: el qué, cómo y cuándo de la corrección, la ausencia de calle de los chicos de ahora o el necesario diálogo entre todos los actores.
En la pista central de L´Alqueria Toni Carrillo, un pedagogo del baloncesto, consiguió que doce chicos premini funcionaran en la pista como si de su propio equipo se tratase. Ello a pesar de introducir en su entrenamiento una gran carga de incertidumbre, principio básico de lo que en realidad sucede en una cancha, por mucho que los entrenadores hayamos querido siempre sistematizar las tareas y sus aplicaciones prácticas con un ánimo didáctico que esconde, también, una intención deliberadamente simplificadora que no ayuda al futuro jugador a resolver situaciones que, por definición, en la medida que responden a estímulos cambiantes (los que propone el equipo contrario), deberían ser imprevisibles (aunque los scouting y contrascouting en los equipos senior, y cada vez más en cantera, homogeneicen el juego y reduzcan dicha incertidumbre).
Por la tarde, tras el almuerzo, Josep Bordas, hizo alarde de una enorme sabiduría para, quizá por ello, terminar su charla demandando al entrenador sentir y pensar como un niño y actuar con humildad. Bordas abordó temas conflictivos, como la necesidad de un reglamento mejor adaptado a las cualidades de los niños en cada etapa, la dificultad para determinar la proyección de un jugador o la pertinencia de cambios en el concepto de competición, verdadera obsesión de los entrenadores, lo que muchas veces les impide ser lo que el maestro demanda: profesores de minibasket.
La prórroga de esta ponencia tuvo lugar en la Sala de Juntas (sala Miki Vukovic), donde Josep Bordas estuvo acompañado por Miguel Martín, Sito Alonso y el propio Toni Carrillo y en la que se analizó, sin escatimar en detalles, la casuística planteada por todos los entrenadores presentes en el Congreso. Especialmente valiosas fueron, por ejemplo, las aportaciones de Sito Alonso y Josep Bordas acerca de su relación con jugadores de un talento innato tan particular como Rudy Fernández o Ricky Rubio.
La jornada finalizó con un aspecto que todo entrenador de mini debe controlar: la detección del talento. En el ánimo de encontrar argumentos científicos que objetiven nuestro trabajo, los alumnos dispusieron de una ficha práctica de análisis de jugador con la que observaron el desempeño de tres chicos de la cantera de Valencia Basket antes de llevar a cabo una reflexión colectiva de la mano de Francisco Pardo, profesor en el Curso de Experto en Minibasket. Nos habían dado ya las diez cuando un aplauso final puso el broche de oro a un día repleto de estímulos y propuestas que, seguro, habrán ampliado el mobiliario a quemar en esta noche de hogueras de la que, los profesores de baloncesto presentes en L´Alqueria, no saldrán siendo los mismos.