Diario de un encierro. Día IV

JJNieto87

En primer lugar, quiero aprovechar esta ventana que se me abre al mundo para trasladar mi más sincero pésame a la familia de Carlos Sainz Esteban, presidente de la Federación de Baloncesto de Castilla y León, entidad para la que he venido trabajando los últimos años, que ha fallecido hace unas pocas horas tras una larga y fecunda trayectoria como promotor y abanderado de nuestro deporte. Descanse en paz.

Estamos obligados a utilizar la táctica del buen maratoniano

Lo hablaba por correo con una buena amiga: ante la incertidumbre que se cierne sobre nosotros, ante un encierro llamado a prolongarse sine die, estamos obligados a utilizar la táctica del buen maratoniano, reduciendo la meta a pequeñas escalas en el camino, concentrándonos únicamente en la pisada y el control de la respiración. Esa es también la clave de las grandes remontadas: enfocarse únicamente en lo siguiente, fijarse una tarea sencilla (anotar una canasta fácil y conseguir que el otro equipo tome un mal tiro), una misión que al culminarse repetidamente con éxito levanta el ánimo y resucita la vieja fe del equipo. Poco a poco del “podemos” pasaremos al “lo haremos” y, finalmente, al “lo hicimos”.

Quería haber aprovechado la mañana repasando apuntes de baloncesto, la gran biblia de la Asociación Norteamericana de Entrenadores, pero he terminado leyendo las memorias de Lamar Odom, un testimonio crudo de una infancia cruel (su padre pegaba a su madre, quien murió cuando este solo tenía 12 años), una adolescencia marcada por el baloncesto y el olvido absoluto de los estudios y una carrera que, siendo buena, no llegó a explotar del modo en que su talento apuntaba. Las adicciones al sexo y la cocaína tuvieron mucho que ver.

El libro, aunque este no fuera su propósito, contiene innumerables enseñanzas para entrenadores y directores deportivos. El de Lamar Odom puede ser un ejemplo extremo, claramente influenciado por su background cultural y por la continuada presencia de lo trágico en su vida, pero es muy útil observar las reacciones de su entorno, el modo en el que entrenadores y ejecutivos se relacionaron con él, precisamente desde su punto de vista.

Estoy seguro de que muchos de nosotros entrenamos a doce desconocidos

Estoy convencido de que muchos de nosotros entrenamos a doce desconocidos, a doce biografías incompletas, fruto de unas pocas conversaciones en las que el jugador, sabiamente, responde muchas veces lo que el otro quiere oír. Estoy seguro de que no debemos ser sus amigos, también de que es soberbio pretender convertirnos en sus mentores, más aún cuando muchas de nuestras decisiones irán necesariamente en su contra, pero también tengo claro que debemos alcanzar unos niveles de confianza superiores para desactivar prejuicios, entender los porqués y promover los cambios.

No tiene mérito, lo digo encerrado, sin tener que tomar decisiones, con la agenda vacía. El reto es lograrlo cada temporada, con la presión de los resultados, con el contador de la energía a cero. Pero es necesario.

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