Recientes cambios en los dispositivos para la toma de la estadística en algunas competiciones han dificultado la labor de las personas encargadas de ello. Tanto que los resultados están siendo bastante pobres.
Todo ello resulta en quejas de los profesionales que suelen guiarse por los números para definir su estrategia (scouting propio y del rival) o su rotación en el partido. Para filtrar jugadores a seguir en verano o definir su estilo de juego y su playbook. Burlas de los que siguen las ligas y encuentran tantos “bluff” evidentes que no se explican que a 25 de octubre no se haya habilitado una solución satisfactoria.
Recientes cambios en la toma de la estadística en algunas competiciones están provocando errores notorios en los resultados
Urge una solución, desde luego. Una solución que permita a las personas que siempre se habían ocupado de esta faceta en cada cancha poder hacer su trabajo de manera cómoda. Solo así podrá reflejarse una hoja estadística fiable, fiel a lo sucedido, que aporte información válida, contrastada y acumulable en el medio y largo plazo. Es entonces cuando estas instantáneas de la realidad empiezan a tener un verdadero interés. Solo así podremos acceder a una radiografía de equipos y jugadores como instrumentos de análisis para cuerpos técnicos, consultores externos y aficionados.
En cualquier caso, parece evidente que mientras se complete el proceso de adaptación a los nuevos dispositivos, habrá que mirar la estadística con una ceja arqueada. Eso o hacerse con estadísticas propias, aunque sea a la finalización del encuentro. Estadísticas más ajustadas a las necesidades del equipo que la estandarizada, que ha sido útil hasta ahora porque todos hemos decidido mirarla y seguirla con devoción, reproduciendo el interés por sus categorías como si no hubiera otras.
Somos absolutamente narcisistas en el análisis, pues descontamos casi siempre lo que propone el rival.
Asumimos determinadas verdades con muestras muy pequeñas, la estadística por período o por partido, por ejemplo. Somos absolutamente narcisistas en el análisis, pues descontamos casi siempre lo que propone el rival. Seguramente, el +/- de un jugador de Miami en las finales de la NBA estaba claramente condicionado por el hecho de coincidir en pista con Lebron James. Olvidamos que son números finalistas, tan influidos por causas que no es posible cuantificar, que pretenden explicar el mundo por los efectos, cuando nos pasamos las semanas entrenando los procesos.
El exceso de pasado en la toma de decisiones
También me preocupa el exceso de pasado en la toma de decisiones. El modo en que fuentes históricas alteran nuestra interpretación del presente y nuestra planificación del futuro. Las estadísticas serán cada vez más fiables, explicarán mejor la realidad, si los entrenadores siguen trabajando sobre lo que fuimos como si, efectivamente, esto fuera lo que, triste o felizmente, somos y lo único que podemos llegar a ser.
Mi propuesta, aunque utópica, es que, aunque los hechos registrados en la estadística de baloncesto quieran acomodarse (también por ese efecto de profecía autocumplida) a esa distribución normal o campana de Gauss, trabajemos sobre potencialidades. Potencialidades en la búsqueda de la mejor versión, y no la mediana, de nuestros jugadores y de nuestros equipos.
Una toma de decisiones basada en la estadística (pasado) es, por definición, conservadora
Acabar con el “tú no” o el “ya ves lo que pone aquí” y superar los estándares que mutuamente aceptamos, unos entrenadores y otros, para no molestarnos. Sentir el pequeño placer de presentarnos delante de nuestra ex pareja y que nos suelte un espontáneo “quién te ha visto y quién te ve” tras romperle sus esquemas, sus viejas categorías y etiquetas.
Arréglese, por lo tanto, el desaguisado, pero disfrutemos, mientras, vistiéndonos como nos dé la gana, siendo quienes podemos llegar a ser.