Algunos ven un problema. Otros, una oportunidad para triunfar. Este eslogan, utilizado por la empresa Accenture en una campaña publicitaria de 2004, bien podría ser el adagio motivador que adorne el despacho de nuestros futuros DiDe. Y es que si algo hemos aprendido en este fin de semana enrolados en la sede central de la Universidad Isabel I de Castilla de Burgos es que en la propia indefinición teórica de la profesión de director deportivo, supuesto problema, reside también la oportunidad de dotarla de competencias, establecer sus límites y fijar unas bases metodológicas que actuarán como canon fundacional.
No estamos solos en esta tarea. Además de con la experiencia que hemos ido acumulando durante años, contamos también con la sabiduría de nuestros profesores, un elenco cuya calidad humana y profesional nos ha fascinado, y con la curiosidad de nuestros alumnos, a los que seguimos agradeciendo su compromiso e implicación. De sus manos al aire y sus preguntas hemos podido deducir qué les inquieta, en qué áreas les gustaría mejorar, qué problemas quisieran poder resolver cuando ejerzan (algunos ya lo hacen) como directores deportivos. Las hemos agrupado en siete áreas o competencias de cuyo manejo puede depender el éxito de un proyecto.
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1. Liderazgo. Más allá del carisma, talento tal vez innato, un buen líder debe ser el miembro más formado, honesto y trabajador de una organización, un ejemplo en todos los niveles, un gran motivador e inspirador además de un psicólogo, en el más amplio sentido de la palabra. Todo ello sin olvidar que “un gran poder exige una gran responsabilidad”.
2. Toma de decisiones. Un buen director deportivo debe tener acceso a las principales fuentes de información, capacidad para decodificar los mensajes y humildad para delegar en aquellos ámbitos que no conoce tan en profundidad. Solo así podrá contar con todas las herramientas y el mejor asesoramiento para crear la marca e identidad del club, definir su estrategia, planear sus objetivos, diseñar su organigrama,…
3. Selección y gestión de recursos humanos. El director deportivo es, antes de nada, el jefe de personal de un abigarrado conjunto de trabajadores, todos ellos con aspiraciones y expectativas diferentes. La capacidad para reconocer el talento, así como la visión para situarlo en aquellos puestos donde más pueda brillar, será determinante en el resultado final.
4. Negociación y comunicación. Íntimamente relacionada con la toma de decisiones, un director deportivo debe conocer las teorías de negociación. Del mismo modo, la buena salud de la organización dependerá de la fluidez de la comunicación interna y del éxito de su comunicación externa, mucho más que un escaparate para atraer patrocinadores.
5. Nuevas tecnologías. Estar al corriente de las últimas novedades en la materia, así como contar con los profesionales más cualificados en la vanguardia tecnológica, son dos requisitos imprescindibles, más aún en un período en el que la llegada de, mecanismos automáticos de captación de información e inteligencias artificiales abre nuevas oportunidades y presenta inquietantes desafíos, también en el mundo del baloncesto.
6. Normativa y funcionamiento institucional. Derecho internacional privado, derecho mercantil y laboral, derecho administrativo, derecho tributario. Un sinfín de áreas para las que, además de contar con un gabinete de reputados juristas, conviene contar con un cierto bagaje.
7. Economía y finanzas. Como responsable último de las decisiones deportivas y, a la postre, económicas, el director deportivo debe tener ciertos conocimientos de contabilidad, marketing y finanzas, lo justo, al menos, para comprender la información que le pueda llegar a través de la dirección general o los departamentos especializados (según las dimensiones del club).