¿Se le da suficiente valor al plano psicológico como componente clave del rendimiento? El entrenamiento, planificación, seguimiento, prevención y soporte, han de ser diseñados para la mente igual que para el cuerpo. De lo contrario existe riesgo de salud física y mental, y de lesión física y mental. Veamos cómo la lesión mental sale del armario, por fin.
EL TOKYO 2020 DE 2021 PASARÁ A LA HISTORIA POR LAS LESIONES MENTALES
En un principio parecía que los Juegos Olímpicos (JJOO) de Tokio 2020 serían genuinamente recordados como aquellos que se retrasaron a 2021 con motivo de una pandemia global; sin embargo, esto ha quedado relegado a un escenario de fondo que indudablemente ha exacerbado algo que nunca olvidaremos de Tokio 2020, la castigada salud mental de los deportistas de élite.
LA “SALIDA DEL ARMARIO” DE SIMÓN BILES
Simone Biles ha mostrado gran entereza al tomar la decisión de priorizar su salud mental frente a sus aspiraciones olímpicas, y ha generado gran alivio, liberación y agradecimiento en la comunidad deportiva de élite donde tantos se ven reflejados y muchos ya lo han podido hacer público.
Existen estudios científicos que afirman que más del 30% de los deportistas de elite padecen algún desorden de salud mental. Sin embargo, esto son meros metadatos que nos informan pero no nos conmueven. Ha sido necesario presenciar el gesto valiente de Biles para empezar a concienciarnos y hacer este problema un poco nuestro. [1]
Más del 30% de los deportistas de elite padecen algún desorden de salud mental
Vincent Gouttebarge y otros.
EL ORO BRILLA, PERO PESA MUCHO MÁS
El oro de las medallas olímpicas tiene un brillo especial pero también un peso excesivo que solo cargan los que se las cuelgan. Lo confirma el mayor medallista de la historia Michael Phelps[4], nadador estadounidense y, entre otros, la ciclista de montaña sueca Jenny Rissveds, oro en Rio y décimo cuarta en Tokio, al celebrar que hubiese terminado no solo la pasada competición sino los cinco años en los que tuvo que soportar el duro peso de ser la vigente campeona olímpica.
La burbuja organizada en torno a las premisas olímpicas japonesas no sólo ha impedido que hubiera audiencia física sino que los propios familiares de los deportistas no hayan podido acompañarles. Esa ausencia de calidez humana junto al exceso de la climatológica y sumada al retraso de un año donde entrenar en condiciones normales ha sido prácticamente imposible han dado “afortunadamente” el protagonismo que merece a la salud mental en el deporte de élite.
Excusamos un esguince de tobillo y animamos al lesionado, pero al que sufre estrés o depresión no le reconocemos la lesión (mental) y le etiquetamos de débil.
Fran Palacios
Podríamos aducir falta de soporte por parte de los diferentes comités olímpicos. Sin embargo, existen numerosas iniciativas y proyectos promovidos por dichas instituciones donde multitud de profesionales están al servicio del deporte de élite velando por la salud mental de sus participantes. Por nombrar algunas, el “Mentally Fit Helpline”[2], el “Olympic State of Mind”[3]. etc.
SI EL ENEMIGO ES INVISIBLE NO VENDE
En las últimas décadas, racismo, sexismo y abusos, entre otras, han tenido el foco de atención en el mundo del deporte. Destapar al malo de la película con un rimbombante titular ha tenido mayor incentivo que hablar del estrés, depresión, trastornos alimenticios y demás desórdenes que padecen en silencio tantos deportistas de élite.
Para ser medallista no basta con dejarse la piel, hay que ser genéticamente privilegiado y superior a la media. Nuestro error reside en dar por hecho que tal superioridad, o privilegio, trasciende lo fisiológico y se extiende a lo psicológico. Excusamos un esguince de tobillo y animamos al lesionado, pero al que sufre estrés o depresión no le reconocemos la lesión (mental) y le etiquetamos de débil.
Esa es precisamente la presión que cargan los deportistas de élite, el estigma que por fin ha roto Simone Biles que al ser débil ha sido fuerte. Decir que la lesión mental sale del armario es una gran noticia para superar este estigma.
CONCLUSIONES FINALES
Hace unos días participé en un triatlón olímpico por grupos de edad después de casi dos años sin colgarme un dorsal. Como entrenador de resistencia y aficionado al triatlón de media y larga distancia un amigo me comentaba que esa carrera habría sido pan comido, nada más lejos de la realidad.
Aunque al final acabé bien, pude contarle con naturalidad que al comenzar a nadar tuve momentos de pánico, con pensamientos negativos que no solo me invitaban a abandonar la carrera, sino a cuestionar mi vocación y afición.
Como deportista popular esto es algo que me puedo plantear y permitir sin ningún tipo de presión ni repercusión. Desafortunadamente, un deportista de élite que hiciera tales declaraciones podría ser aplastado por el impacto mediático.
Afortunadamente, podemos ya hablar de que la lesión mental sale del armario para no volver a esconderse.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
[1] https://bjsm.bmj.com/content/53/11/700
[2] https://olympics.com/athlete365/mentally-fit/
[3] https://mind.olympicchannel.com/
[4] Documental “Weigth of Gold“ disponible, entre otras, en HBO o Amazon Prime.
Sobre el autor
Fran Palacios
- Certified Running Coach por UESCA
- BrainRunner Experience sobre psicología deportiva – IronFoot sobre pie y carrera
- AERO curso de impulso digital por la Academia de Entrenadores de Resistencia Online
- Rendimiento de carrera en triatlón LD con SportCoch
- Personal Trainer, Strength Coach y Sport Nutrition por NCSF