Para que sigan vivos los que ya se han ido
Y a través de nuestros ojos sigan contando su historia
Por que sus nombres no caigan en el olvido
Por todos ellos, in memoriam
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LOS INICIOS DE UN ENTRENADOR CUALQUIERA
Normalmente, eres un chico joven que amas tu deporte cuando decides empezar a entrenar un equipo de categorías inferiores.
Sí, normalmente te inicias en el momento en el que eres consciente de que como jugador no vas a alcanzar cotas de éxito, pudiéndote más la pasión por la competición.
Y es que, normalmente tus habilidades de liderazgo te inspiran a poder trasladar en el banquillo la emoción que sientes por este juego. Sientes ese cosquilleo especial antes de competir. Único. Inigualable.
Así, normalmente, se inicia la carrera y el sueño de todo entrenador; así se inició la carrera de Javier Imbroda.
EL COLEGIO, SEMILLERO DE ENTRENADORES
El colegio suele ser el lugar donde la mayoría de entrenadores comienzan sus carreras por la banda, alentando a un grupo de niños o niñas ávidos de sentirse parte de un grupo, dispuestos a aprender con esfuerzo y a divertirse.
Un lugar que empieza a a observar que ese joven inquieto que no para de dar instrucciones, de sentarse y levantarse con resortes del banquillo para dar instrucciones, inicia un camino sin retorno, el camino de ser entrenador.
Más allá de los éxitos competitivos, los primeros años pasan rápido, hasta que llega un momento en el que sientes que quieres ir un poco más allá en la competición.
Tu pasión sigue creciendo, proporcionalmente también lo hace el tiempo que dedicas al diseño del entrenamiento, a los dibujos tácticos, a la gestión del grupo; en definitiva, tu implicación va mucho más allá. Tu afán de superación, tus ganas de competir se vuelven insaciables.
EL ENTRENADOR ANTE LOS ASCENSOS
Así, en un momento de tu vida, llega el salto a las edades séniors, y con ello pones en marcha todo tu gen de liderazgo.
Ahí empiezas a observar que mucho de lo que ocurre en el campo no puedes controlarlo, pero que tu presencia ofrece un plus al rendimiento del equipo.
Son años de muchísimo aprendizaje, de clínics, de formación técnica, táctica,…son años de crecimiento exponencial.
Y a veces, solo a veces, tu equipo acompaña tus insaciables ganas de victoria; y a veces, también solo a veces, logras ascensos, alcanzando nuevos retos que parecían imposibles cuando te iniciaste.
EL ENTRENADOR PROFESIONAL
Imagínate que el colegio en el que te iniciaste logra alcanzar la cumbre y con ella aprendes a gestionar el mundo profesional. Llegan los jugadores extranjeros, llega el público masivamente, la televisión, la prensa, y tú sigues siendo tú; un poco más hábil, un poco más estresado, pero con la misma pasión y competitividad.
Te toca gestionar victorias, derrotas, momentos brillantes y otros más tristes. La vida pasa rápido a tu alrededor y tu foco, tu principal foco está en la competición, en alcanzar lo máximo. Sin miedo, sin sentirte inferior, mirando de tú a tú a los más grandes. Hasta que un solo triple te priva del mayor éxito jamás imaginado.
Las cosas del destino te ofrecen ser olímpico con un equipo de otro país, con el posiblemente mejor jugador europeo de todos los tiempos. Un nuevo reto con el que logras colgarte una medalla.
Tras ese equipo de colegio que ya se encuentra en la élite, llega tu primer reto fuera de la protección de tu casa. Un nuevo proyecto y nuevos éxitos por alcanzar. Mantienes el hambre, quizás más que nunca y, cosas del destino, los resultados también te siguen avalando.
EL SELECCIONADOR NACIONAL
De ahí te llega un nuevo sueño, ser el seleccionador nacional de tu país. Lo haces con esmero, poniendo lo mejor de ti, pudiendo hacer debutar al jugador con mayor talento nacional. Y además, te das el gustazo de ganar por primera y, de momento, única vez en la historia a los Estados Unidos.
¿Qué te puede faltar ya? ¿Qué más te puede deparar en tu carrera como entrenador? Éxito tras éxito, tu carrera no deja de crecer, y entonces llega la llamada de uno de los clubes grandes de tu país.
EL ENTRENADOR A LAS DURAS Y MADURAS
Reto tras reto, el desgaste es obvio, son demasiadas energías invertidas, demasiados esfuerzos que, tarde o temprano a todos pasan factura.
Decides descansar, para luego volver, pero no lo haces como antes, ahora te mueves por un baloncesto más terrenal, con retos igual de complejos que los anteriores pero con presupuestos más ajustados, con mayor tensión y trascendencia, aprendes a luchar por no descender. Comprendes que el éxito no siempre tiene que ser levantar la copa.
UNO SIEMPRE SERÁ ENTRENADOR, AUNQUE DEJE DE ENTRENAR
Pero ya nada será igual, y aunque tu pasión seguirá siendo la misma por tu deporte, tus prioridades cambian. Decides iniciar otros caminos, tener otras prioridades; aunque sabes perfectamente que nunca te abandonará el entrenador competidor que llevas dentro.
Hagas lo que hagas, te dediques a lo que te dediques, exigirás el máximo a todos los que te rodean y no lo harás desde el trono; sino desde el ejemplo hasta el último de tus días, hasta el último de tus alientos.
Entrenador de baloncesto: Javier Imbroda in Memoriam
*Letra In Memorian de Ignacio Fornes Olmo / Kany Garcia