Momento clave de la temporada en el que muchos de nuestros lectores, entrenadores, se preguntan si serán despedidos o no del equipo con el que empezaron la siempre ilusionante temporada.
Si eres de los que estás con la mosca detrás de la oreja, es que la cosa -a nivel de resultados- no ha ido muy boyante. Si estás tranquilo al respecto, quizás te venga bien pensar que cuando menos te lo esperas… Y es que esta profesión tiene esta estación clave: la hora del turrón.
En este breve post queremos analizar algunas de las razones que impiden que los entrenadores disfruten del turrón en navidades:.
1. Mala racha o dinámica perdedora
Dos, tres o cuatro partidos seguidos perdidos, probablemente provocados por un mal calendario, una lesión de algún jugador importante o que, simple y llanamente los rivales han sido mejores, puede ser argumento suficiente para dejar el turrón a otro inquilino.
2. Lugar en la tabla
Aunque tiene más fácil justificación, una mala clasificación acabando noviembre suele ser motivo de destitución relativamente sencilla para un club. Sin embargo, no siempre se tiene en cuenta el calendario de competición, que a veces es muy cruel.
3. Fortín arrasado
En otras ocasiones, una derrota en casa ante un eterno rival, o la falta de solidez en los partidos delante de nuestra afición, se ven como una gran debilidad, y son especialmente dolorosos para los directivos; ya que la repercusión mediática es mucho mayor, generando “calentones” a modo de despidos del entrenador.
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4. Pérdida de confianza
Este quizás sea uno de esos motivos oscuros, tal vez hasta tendenciosos, que puede acabar rompiendo el contrato de un entrenador. Provocado por unas declaraciones desafortunadas o malinterpretadas, algún chivatazo del vestuario o, simplemente, “sensaciones” de ese sexto sentido que como todos sabemos tienen los directivos cuando se trata culpar a otro de todos los males.
5. Una caída generalizada del equipo
Situado en el ámbito de la gestión del grupo, este motivo de despido se suele argumentar en una relación rota entre la plantilla (o entre alguno de los pesos pesados de la misma) con el entrenador. Salvo en casos de extraordinaria fuerza del contrato del entrenador (bien por el montante económico del mismo, bien por la longevidad de la carrera del técnico en ese club), normalmente los directivos se suelen poner del lado de los jugadores. Estos, a veces veletas del protagonismo, o esclavos de los celos entre iguales, suelen informar por vía tierra y aire esa desconexión (jugadores-técnico) que acabe con el segundo en la lona.
6. La famosa “CAMA”
Este es uno de los “clásicos” en cuanto a motivos para no poder disfrutar de los manjares navideños; y es que, esa confianza ciega en tu staff, a veces juega malas pasadas por la “ambición desmedida” del segundo, su falta de lealtad o filtrado interesado de la chispa necesaria para que todo salte por los aires.
Aunque bien es cierto que se puede intuir bastante, también sucede que cuando eres plenamente consciente, ya es demasiado tarde para reaccionar. Legítima ambición camuflada de uso de información privilegiada llevan a muchos segundos a ocupar el puesto del primero en estas fechas.
7. Dimitir: “el nombre ruso”
Aún siendo un caso extraordinario y difícil de encontrar, todavía se dan casos en los que -de motu propio- es el entrenador quien abandona el barco, bien por desavenencias, bien porque “se lo ve venir”, o bien porque simplemente cree que ahí su tiempo ha acabado.
Decisión valiente, honesta y, aunque a veces precipitada, suele ser aceptada debido a los motivos esgrimidos por el técnico.
Todos ellos motivos suficientes para no comerse el turrón que nunca sabes si es la antesala de que todo cambie, porque ya saben eso de:
Lo mejor está siempre por venir
Mientras tanto y siempre que puedas, disfruta de los ricos manjares de estas fechas, como lo es el turrón.
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