Han pasado solo cuatro días desde que terminara la fase presencial del Youth ProCoach y aún resuenan en nuestras cabezas los ecos de los debates y las ideas que en él se expusieron. Un curso de estas características empieza antes y termina mucho después de salir de la pista y regresar a casa. Estas son algunas cuestiones sobre las que seguiremos hablando la próxima vez que nos veamos. Ser entrenador es también esto.
La demonización de la táctica y las rejas invisibles de la libertad
Decía Jota Cuspinera, fuera de micrófono, que, aunque él nunca lo haría, es necesario replantearse los viejos dogmas limitantes que impiden introducir variedad táctica en categorías tempranas. ¿Por qué? Porque, entre otras cosas, si al jugador le concedes libertad va a hacer lo que mejor conoce, reduciendo de esta manera el vasto campo de posibilidades que un juego de oposición/colaboración como el baloncesto a priori ofrece.
Sucede igual en los museos, a los que los visitantes acuden esperando encontrar en ellos los cuadros que ya conocen. Quizá debamos ser también los guías que los empujen a visitar las galerías de autores menos famosos, aunque no gocen de popularidad.
El entrenador como proyecto en sí mismo
Estos días en Valencia hemos hablado mucho de la formación de los jugadores jóvenes, de ventanas de oportunidad, fases sensibles de desarrollo, madurez psicológica, adquisición de habilidades y reconocimiento de patrones de juego. Es decir, hemos contemplado el trabajo del entrenador desde la perspectiva del juego y su enseñanza.
Pero también hemos tenido la fortuna de contar con grandes maestros, con veteranos del oficio que ofrecen en sí mismo, y a través de sus palabras, una guía de cómo progresar en el baloncesto desde la perspectiva de la persona, del entrenador. En muchos seminarios, también en el reconocimiento humilde de muchos profesores, hemos comprobado que hay un gran campo de mejora en el autoconocimiento, la captación (observación) y la transmisión de la información y en la propia manera de concebir el oficio. Por su propia salud, y por la del baloncesto, hemos concluido que el entrenador ha de aproximarse más a la figura de un docente, casi invisible, que a la de una rock&roll star.
Es el tiro, estúpidos
Como diría Clinton de la economía, cualquier entrenador de baloncesto es consciente de la importancia nuclear del tiro, un fundamento que ha recorrido transversalmente el conjunto del curso.
Corren nuevos tiempos y es necesario lanzar cada vez más rápido y desde más lejos
Fue, sin embargo, el maestro José Luis Ereña el que lo abordó de una manera más concreta, con conceptos novedosos, deconstruyendo, para volver a construir, las viejas nociones de pies, cadera y hombros cuadrados antes y después de la ejecución del mismo. En fin, corren nuevos tiempos y es necesario lanzar cada vez más rápido y desde más lejos. Dip, sweep&sway y otros muchos conceptos deben formar parte de nuestro vocabulario.
Planteen lo que quieran, pero háganlo con método
Federación Española de Baloncesto, Valencia Basket Club, Siglo XXI, Unicaja de Málaga, Federación Serbia de Baloncesto y muchas más estructuras deportivas estuvieron presentes de alguna manera durante esta fase presencial. José Ignacio Hernández, Chechu Mulero, Andreu Casadevall, Esteban Albert, Isaac Pujol, Antonio Herrera y Nenad Trunic, respectivamente, hablaron en representación de estos proyectos, de estas escuelas.
Aunque hemos visto metodologías muy diferentes, todas funcionan si se implementa un método, se trabaja duro y se cree en él
No todas plantean lo mismo. Algunas creen más en la enseñanza global, en la introducción temprana de conceptos tácticos. Otros plantean métodos más bien analíticos partiendo del 1×1 como resumen de lo que debe ser el juego en formación: cinco 1×1 con y sin balón en cada momento. Algunos apuestan por la inclusión de incertidumbre en todas las tareas, otros siguen creyendo en la repetición con pocos elementos distractores. Y todas funcionan si se implementa un método, se trabaja duro y se cree en él.
Diseño, ejecución y… ¡Evo/alu(a)ción!
Muchos de los profesores han admitido, durante el transcurso de las jornadas, que no se parecen en nada al entrenador que un día fueron. Y no solo porque el baloncesto haya cambiado en este tiempo. También porque lo miran de un modo distinto, aprovechando los consejos tácitos de la experiencia y los más explícitos de los buenos amigos.
El entrenador, en cuanto guía, ha de compartir los objetivos que marca y consensua con el equipo y los jugadores. Debe practicar los valores que predica y, a falta de un entrenador que lo entrene, debe ser implacable consigo mismo a la hora de detectar errores o caminos equivocados. Para ello, un sistema de evaluación del rendimiento de todos los actores implicados se antoja ineludible.
Todo esto y mucho más en solo cuatro días. Cuatro días que se desarrollaron en un marco excepcional, en la compañía de la familia del baloncesto, con los jugadores en el foco pero con el entrenador de baloncesto, el maestro, el profesor, como gran protagonista.
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