Todos los entrenadores conocen la importancia de la pretemporada, pero no todos hacen la suya propia, tan importante como la de los jugadores
Nunca habíamos estado tanto tiempo parados. Tanto tiempo sin utilizar el silbato, el cronómetro, la pizarra, la voz. Tanto tiempo sin analizar en tiempo real lo que sucede, sin decidir cuándo intervenir y de qué manera. Tanto tiempo sin programar y planificar, a falta de un calendario de competición, por provisional que sea todo en estos tiempos. Al menos ya tenemos una fecha a la que agarrarnos, unos rivales, que se van reforzando, y unas plantillas y jugadores en los que pensar, como bien decía Pepe Laso en el Youth ProCoach, antes de acostarnos y al despertar.
Sería ingenuo pensar que podemos pasar de la nada al todo automáticamente, sin un período de adaptación, sin una pretemporada. Tras meses accediendo a todos los programas de formación posibles, toca ser selectivos, concretos. Como decía antes, ahora, al menos los afortunados, tenemos un contexto, un marco. Un horizonte. Esto debe orientar el trabajo de las próximas semanas, sería un error tomárselas de vacaciones, no apurar la preparación antes del encuentro con la plantilla, el reencuentro con el baloncesto.
Conocer la competición. Scouting individual y colectivo.
Uno de los aspectos nucleares de la pretemporada del entrenador es anticipar el conocimiento de la propia plantilla en relación a la competición a la que tendrá que enfrentarse. Aunque solemos pensar que la exigencia es algo muy personal, que procede de la ética de trabajo, lo habitual es que sea la competición la que marque definitivamente el listón.
Esta tarea de investigación debe abarcar desde la composición de las plantillas, incluida la propia, hasta los sistemas de juego más utilizados. Solo a partir de ese conocimiento se podrán comparar los puntos débiles y fuertes del roster con respecto a los demás y afinar las líneas de trabajo. Solo a partir de ese conocimiento el entrenador podrá apostar por adaptarse a la propuesta general o diferenciarse, especialmente si cuenta con peores armas a priori.
Afinar las herramientas. Softwares de análisis y programas de edición de vídeo.
No es necesario citar toda una serie de softwares para saber a cuáles me refiero. Personalmente me gusta emplear el mes previo al inicio de la pretemporada oficial a probar nuevas herramientas y a ganar soltura con las que ya venía utilizando. Para que la tecnología sea una aliada durante la temporada es importante comprender su lógica y protocolizar su uso.
Si el club aporta sus propias herramientas, la labor de adaptación es fundamental. Si cuentas con libertad para decidir, es clave acertar con la que mejor se adapta a las demandas de tu propia actividad. Conoce, prueba y compara. No hay otra manera.
Las metáforas, los mensajes, el idioma
La comunicación lo es todo. Estoy convencido de que un contenido mediocre puede conducir a resultados excepcionales si se convoca una suerte de fe colectiva, si el espíritu de equipo se fortalece en torno a los principios fundamentales, a los mantras que los entrenadores repetimos con la misma determinación con la que los formulamos. También es importante la autocrítica y analizar cómo lo hemos hecho en el pasado y qué errores pudimos cometer. La autenticidad, ser nosotros mismos, es clave, pero hay espacio para la mejora y el cambio. También con el inglés, idioma que tenemos que dominar en la cancha y fuera de ella para poder conectar con los jugadores foráneos. Y con nuestra cultura, en general. Cualquier lectura, cualquier película, cualquier rato empleado escuchando música nos hará mejores.
Autodisciplina. Preparación física y hábitos
En la línea de la aclimatación, creo que este último mes debe ser un período de adaptación. Es interesante empezar a incorporar, paulatinamente, buenos hábitos de sueño y alimentación, nosotros también somos competidores. Es más, también me parece esencial afinar el estado de forma, un estado de forma que será necesario para llevar a cabo sesiones individuales con los jugadores, transmitir energía y adaptarse al ritmo extenuante de la temporada. Llevar a cabo sesiones de alta demanda física, someternos a un cierto estrés emocional, puede ser una buena manera de anticipar lo que viene.
A entrenar se aprende… entrenando
De regreso en nuestras ciudades de origen, es habitual que coincidamos con jugadores que conocemos. No dudéis en quedar con ellos para llevar a cabo sesiones de entrenamiento individual. Los estaréis ayudando y os estaréis ayudando. Más aún en este extraño 2020 en el que es muy probable que estemos oxidados, que nuestros mecanismos perceptivos y decisionales chirríen por falta de uso.