Tengo muchos amigos que cuando quedábamos para jugar en el parque vestían orgullosos la camiseta de Petrovic. Yo no había cumplido 6 años cuando murió. También recuerdo que al que tiraba bien lo llamaban Cvjeticanin, alero croata que jugaba en Estudiantes. Otros, más sabiondillos ellos, decían que nadie como Craig Hodges, a excepción de Larry Bird, por supuesto. Después flipamos todos con Reggie Miller, Stojakovic, Ray Allen… Pero amigos, el mejor tirador puro que han visto mis ojos se llama Klay Thompson.
Klay Thompson, la suma perfecta de inteligencia táctica, eficiencia biomecánica y mentalidad de tirador
Entre otras cosas por ser la suma perfecta de inteligencia táctica, eficiencia biomecánica y mentalidad de tirador. Inteligencia táctica que se demuestra en su juego sin balón, en el trabajo previo a los bloqueos indirectos, en la manera de utilizarlos como pantalla. También en la amenaza que le otorga su juego dentro de la pintura, la velocidad a la que finaliza, sin necesidad de pivotes, tras rizos y puertas atrás (tras una aceleración brutal)
Eficiencia que se manifiesta en una base de sustentación exageradamente amplia, probablemente heterodoxa, en una reducción del número de apoyos y en unos ángulos también clásicos. Una posición que solo es posible gracias a un trabajo físico excelente, que hace innecesaria la aplicación de los nuevos principios biomecánicos: giro de cadera o agarre bajo del balón, como si echáramos mano del revólver. Klay Thompson tira como se ha tirado toda la vida. Solo que mejor de lo que lo ha hecho nadie en los 130 años de historia del baloncesto.
Klay Thompson tira como se ha tirado toda la vida, solo mejor de lo que lo ha hecho nadie en los 130 años de historia del baloncesto.
Mentalidad, hago un aparte. Visión de túnel, amnesia selectiva, confianza ilimitada, la que conceden el trabajo y la autoestima, pero también el ya mencionado olvido. Para un jugador de sus características el fallo es una mera desviación estadística, el acierto una certeza antes de que el balón salga de la mano. Qué importante es pensar de cada tiro que va a entrar; de cada fallo que bueno, que de vez en cuando pasa. Y qué importante es trabajar y exigirse a este nivel de confianza, para que esta no devenga en soberbia o prepotencia y sea aceptada por todos los compañeros, también por el cuerpo técnico.
La lesión en el Aquiles, el último gran reto de su carrera
Ahora toca unir a todas esas cualidades la de la superación. Salir una vez más del pozo, un pozo en el que a veces entraba cuando pensaba más de lo necesario. O cuando un error de juventud le costó caer hasta el undécimo puesto del draft. O cuando nadie confiaba en él en su último año de instituto, cuando era un jugador más, un ser corriente que aún tendría que crecer y definir su cuerpo. Una lesión de Aquiles, sumada a la del ligamento cruzado de su rodilla izquierda, ha irrumpido en el camino del mejor tirador de todos los tiempos. Aunque nadie se atreva a llamar Klay Thompson al mejor tirador de la pachanga, quizá porque ya no se juegan pachangas. Tal vez por ser demasiado perfecto.