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Liderazgo eres tú, Tom

El meteórico ascenso en la falsa meritocracia de un deporte como el fútbol americano, donde la juventud es un descrédito. Séptimo quarterback en la universidad de Michigan en su acceso en 1997. Cuarto en New England Patriots, en 2000, tras ser elegido en séptima ronda. Apenas unos pocos pases en cada entrenamiento, para dar descanso a los titulares… y a los reservas. Pocas opciones para demostrar, pero suficientes, tal y como le explicó un psicólogo con el que comenzó a entrevistarse en los años de universidad. Titular y campeón de la Super Bowl en 2001, por delante de Drew Bledsoe. “Aprovecha cada oportunidad”, se sigue diciendo veinte años después.  Hablamos de Tom Brady.

El autogobierno, la serenidad, la compostura

El autogobierno, la serenidad, la compostura. Una dieta orgánica, nada de alcohol, mucho y confortable descanso. Pliometría, flexibilidad, apenas unas pocas pesas para evitar posibles lesiones, “conócete a ti mismo”, se leía a la entrada del templo de Apolo en Delfos. Una vida familiar, sin altercados ni contratiempos. Nada de lo que sucede fuera de sí consigue alterarlo, lo irrita o molesta. La vida de Tom Brady transcurre por una apacible meseta. Una aburrida llanura que muchos otros ídolos, como Michael Jordan, Tiger Woods o Lance Armstrong, no fueron capaces de sobrellevar.

Conocer para comprender. Comprender para conectar

Tal vez de aquí, también de las dificultades iniciales ya mencionadas, proceda la humildad con la que ejerce su capitanía. Una capitanía que parte del conocimiento de sus compañeros, no de los prejuicios. “Intento meterme en sus cabezas, saber qué están pensando”, confesaba en una entrevista con David Novak. Conocer para comprender. Comprender para conectar. Dar antes que pedir. Eso y desprender confianza. En cada momento, sobre todo en los peores. Brady es un estudioso del lenguaje corporal y es consciente, en todo momento, de lo que debe transmitir. Esto también es liderazgo.

Ser uno con el entrenador

Respeto, en primer lugar, diálogo y metas comunes. Así se define la relación que Tom Brady ha tenido con sus entrenadores, básicamente uno, Bill Belichick. Esta también viene definida, a pesar de sus notorios egos, por la frase que presidía el vestuario de los Patriots: “haz lo que necesita el equipo, incluso aunque no sea lo que necesitas tú”.

La dupla Belichick-Brady, a la altura de la que conformaron Jackson y Jordan o Auerbach y Bill Russell. En bleachertreport

Solo así pueden emerger los proyectos en equipos tan poblados como los del fútbol americano, por mucho que varios jugadores se contenten con ganar un buen salario a base de proteger a su quarterback o intentar placar, sin miramientos, a los corredores contrarios. Entre tantas biografías distintas, tantas procedencias y objetivos particulares diferentes, solo un liderazgo conjunto y armónico puede conducir a una convivencia pacífica marcada por los sacrificios y no por las demandas particulares.

Séptima Super Bowl, quinto MVP

No es de extrañar, por lo tanto, que rodeado de un equipazo de corredores, receptores, tackles, safetys, jugadores de primera línea, pateadores… Tom Brady se alzara con una nueva Super Bowl, la séptima de su carrera, en un entorno distinto al de las anteriores, sin muchos de los rostros familiares, sin Belichik al lado, al mando de las operaciones.

Lo hizo poniendo coloradas las mejillas de todos quienes no supieron ver sus capacidades ocultas, comunicándose asertivamente con todos los miembros de su equipo, transformando lo negativo en positivo, sacando partido de cada oportunidad. Manteniendo, en cada sesión de entrenamiento invisible, su cuerpo y su mente a punto para la batalla. Ejerciendo el liderazgo más completo y ejemplar de cuantos hemos visto en los deportes de equipo en los últimos años.

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