Con el paso de los años, al hilo de la mayor velocidad con la que se renueva el presente (modas, gustos, referencias), cada vez es más complicado erigirse en un clásico. En un clásico del cine, de la música o del baloncesto. A medida que pasa el tiempo, además, la videoteca es más amplia y es más difícil crear algo único e irrepetible que pueda aspirar a ese estatus. Pero Kawhi Leonard lo logró.
Del Ehlo´s shot al Embiid´s shot
Entre otras cosas porque, al menos recientemente, solo un tiro sobre la bocina había dado carpetazo a una serie de playoffs. “The shot”, en aquel entonces, lo anotaba Michael Jordan sobre el intento desesperado de Craig Ehlo por desviar su trayectoria. Todos recordamos la celebración. Pero tiene esta historia, además, el final que se merece, pues tras aquel tiro los Raptors elevaron aún más el nivel hasta proclamarse campeones de la NBA.
El final y el preámbulo, pues ese tiro ponía el broche de oro a una noche para la historia, a una actuación para el recuerdo. The shot redondeaba una hoja de servicio con 41 puntos, 8 rebotes, 3 asistencias y 3 robos en 43 minutos de juego y confirmaba la emancipación definitiva de un Leonard que todavía tenía que desprenderse de la alargada sombra de los Spurs.
El thriller perfecto
Pero centrémonos en el tiro. En este thriller perfecto en 4.2 segundos que debería estudiarse en todas las escuelas de guion. También en las de entrenadores, en la idea de insistir en nuestra importancia relativa. Con la resignación con la que se santiguan las personas mayores de los pueblos, debemos aceptar que estamos en manos de los jugadores.
Y poner el balón en sus manos, como tenía claro Nick Nurse cuando diseñó la jugada con una situación de cruces sobre la posición de Paskal Siakam, con un primer corte de mentira de Kyle Lowrie. Nurse también tuvo en cuenta la estadística avanzada, la mayor facilidad de Leonard para levantarse sobre su bote con mano derecha. De ahí que limpiara este espacio de la pista, algo que Embiid reconoció, en consonancia con el reloj de partido, que se consumía, para abandonar a Siakam y dar un cambio casi desesperado.
Una gran lectura defensiva…
Leonard se vio obligado a adaptar el guion y cambiar el ritmo sobre el inicial cambio de ritmo para rebasar la cadera de Embiid, algo que podría haber hecho fácilmente si las décimas de segundo no siguiera transcurriendo a una velocidad exagerada. Así que tuvo que levantarse súbitamente tras alargar el último bote, hecho para el que le ayudó, le tuvo que ayudar, el hecho de tener una manaza.
Porque Leonard agarra el balón con las ventosas de su mano derecha, teniendo apenas tiempo para apoyar la mano izquierda. Y se levanta con los pies mirando a la chica morena de la quinta fila del fondo del Scotiabank Arena, debiendo adaptar su cadera y sus hombros durante una suspensión necesariamente corta, por razones de tiempo y sobre todo para librar el intento de tapón de Embiid, quien saltará dos décimas más tarde. Un mundo más tarde, en realidad, e intenta molestar el tiro pasando en paralelo, evitando, en cualquier caso, el contacto con el tirador.
… Una ejecución casi imposible
Con las caderas giradas hacia la quinta fila del fondo contrario, Leonard, el director de este Hitchcock del siglo XXI asiste a la premier de su obra, al estreno único y definitivo de uno de los tiros más difíciles y decisivos de la historia. El balón rebotó cuatro veces en el aro hasta acabar cayendo dentro, en el aro defendido por los Sixers, poniendo a unos y otros en el lugar que la historia les había reservado en este match point en el que la bola que toca la cinta y sube al cielo, cayó en la pista propia de los Sixers, en la contraria a los Toronto Raptors.