24 horas, los 7 días a la semana, los 365 días del año. Este es el sueño de cualquier servicio de atención al cliente de cualquier empresa. Pero esto no es lo que nos trae aquí hoy, porque es también lo que genera algunas de las enfermedades del entrenador.
Y es que, a raíz de una entrevista a Doc Rivers sobre la que decía que “El estrés laboral está destruyendo la salud de algunos de los mejores entrenadores”, resulta interesante hacer una reflexión de cómo el entrenador se torna en uno de los empleados más explotados del mundo; y lo que es peor, no protesta por ello.
Puedes leer la entrevista completa aquí:
El empleado perfecto
Sabiendo que el riesgo de despido es muy alto -al depender de, entre otras cosas, que otros acierten al encestar-, el entrenador se convierte en un empleado de lo más rentable que un empresario (llámese también directivo) pueda contratar.
Veamos las razones para tal rentabilidad:
1. Dedicación plena, probablemente la principal de las enfermedades del entrenador
Aún cobrando una miseria te aseguras que esta persona va a dedicar muchísimas horas…casi con toda seguridad las 24 que tiene el día, a pensar en el equipo al que entrena.
2. Sentimiento de empresa
Te aseguras además que el entrenador va a sentir la empresa como suya, va a sufrir más que nadie las derrotas y va a mantenerse cauto ante los éxitos. Siempre le dará el mérito a los otros empleados, justo a los que a ti -como empresario- te interesa que brillen públicamente.
3. Búsqueda de la mejora constante
Si hay un empleado que puede ayudar a que la empresa siga creciendo, este es el entrenador. Capaz de devanarse los sesos para buscar la mejora de los procesos, del rendimiento de otros empleados, del beneficio de la propia empresa.
4. Motivación intrínseca
Y lo mejor de todo es que no le tendrás que exigir ninguna de las tres anteriores, saldrán de él mismo porque es así de espléndido, con lo que sabrás en todo momento qué estará haciendo -pensar en tu empresa-.
5. Sin bajas laborales ni permisos extra provocados por las enfermedades del entrenador
Con este trabajador, el empresario se asegura una asistencia perfecta al puesto de trabajo. Es un rara avis conocer alguna de las enfermedades del entrenador. Y por supuesto, nada de moscosos, ni permisos de esos que todo el resto de trabajadores ruegan por tener.
“No necesitas pedirle horas extra, él te las dará porque su trabajo está por encima de si mismo.”
El silencio de la pasión, una de las enfermedades del entrenador
Tan dura realidad refleja la dedicación, a veces confundida o mimetizada con la pasión, de un colectivo que sufre en silencio – o tal vez solo percibido por sus familias- las aberraciones de la competición, y sus muchas enfermedades del entrenador.
Y es que los deportistas cuentan con todo tipo de preparadores, recuperadores, psicólogos, médicos,… que le ayudan a sobrellevar la exigencia de la competición. El entrenador sin embargo, se convierte en un lobo solitario -solamente entendido por sus miembros del staff más directo que sufren como él tal soledad incomprendida-, que raramente cuenta con servicios que le hagan su vida laboral más llevadera.
ALGUNAS ENFERMEDADES DEL ENTRENADOR
Y es que pocos entienden que el cuerpo y mente del entrenador (máxime desde que se conoce que ambos están conectados) experimenta la competición con procesos que afectan, y mucho, a su persona. Veamos algunos de ellos:
Estrés llevado a su máxima expresión, una de las enfermedades del entrenador
Probablemente el más visible por todos. Sí, porque además de no poder desconectar después del trabajo, antes del trabajo y durante el trabajo, se le suma la preocupación por la mejora constante y el inconformismo enfermizo que caracteriza al entrenador.
Cansancio y dolor crónico del entrenador
Curioso como en su vida diaria empieza a ser patente una falta de energía para realizar tareas mundanas, que en ocasiones se traduce en dolores crónicos de rodilla, cabeza, cadera, espalda,…; sin embargo, no deja de sorprender como en las horas de trabajo -especialmente en las horas que pisa el terreno de juego (entrenamientos incluidos)- ese dolor no solo desaparece sino que provoca una sobreestimulación que ….ríete tú de los efectos de RedBull.
Mal humor y problemas en las relaciones sociales, una de las más comunes “enfermedades” del entrenador
Vivir en tal estado de tensión permanente provoca en el entrenador estragos en lo referente a su sonrisa, que casi desaparece hasta ser raro ver muecas en su rostro incluso en las victorias. Y claro, tanto ceño fruncido genera problemas secundarios en sus relaciones sociales -algunos que se transforman en ermitaños cuya vida se reduce al trabajo dentro y fuera de él.
Conciliación familiar….¿el qué?
En un mundo que lucha tanto por este aspecto, el entrenador sufre enormes dificultades para compaginar familia y trabajo. Desplazamientos infernales, movilidad laboral abrumadora, inestabilidad laboral, dedicación exhaustiva,…y sobre todo, no poder parar de pensar en su trabajo.
“Lo puedes ver exhausto, pero cuando empieza la competición o el entrenamiento…, ríete tú de los efectos del Red Bull.”
Pero a pesar de todo, el entrenador no se cambia por ninguno, es feliz por hacer lo que más le gusta en esta vida. De ahí que su pasión y su profesión se fundan en un único elemento a veces llamado locura, y sus daños colaterales sean asumidos en silencio…pero ¿a cualquier precio?
Ponerle freno a estas enfermedades del entrenador, para poner de una vez por todas encima de la mesa aquella que afectan y se viven en soledad. Porque no todo es admisible. Porque es hora de que ese código enfermo 24/7/365 aprenda a ser gestionado por cada uno de nosotros.
Escuchamos argumentos, experiencias y vivencias que enriquezcan este post.
Gracias por estar ahí.