Afrontar una derrota es tan o más importante que enfrentarse a un partido en sí mismo. Gestionar la derrota es clave para el éxito posterior y una de las grandes tareas de las direcciones deportivas.
Los protagonistas del partido repetían una y otra vez aquello de “necesitamos reflexionar”, ante las preguntas de los periodistas ávidos de sangre tras una derrota inesperada del equipo. ¿Será una buena forma de cómo gestionar la derrota?
Y es que, tras una derrota inesperada bien por el favoritismo previsto, o por lo abultado de la misma, es un momento en el que todos recurren a aquello de reflexionar, pero ¿se puede reflexionar en caliente? Veamos cómo podemos aproximarnos a la cómo gestionar la derrota.
Entrenadores encerrados en un bucle infinito de “y si hubiésemos hecho…”
¿Reflexionar en caliente es la mejor forma de cómo gestionar la derrota?
Cuando escuchas a los protagonistas: jugadores, entrenadores, directivos hablar de tenemos que reflexionar, dando como plazo para ese proceso no más de 48-72 horas -estando el cuerpo y la mente todavía en caliente-, ¿crees que es suficiente plazo como para tomar buenas decisiones?
A priori encontramos varios aspectos que van a influir negativamente en dichas decisiones y que no van a resolver el enigma de cómo gestionar la derrota:
- Los líderes enfurecidos o indignados con otros compañeros, entrenadores… soltando frases para dentro del tipo “yo así no sigo aquí”
- Entrenadores en proceso de análisis interno encontrando explicaciones tácticas a los sucedido, en un bucle infinito de “y si hubiésemos hecho…”
- Directivos mirando por el rabillo del ojo, desconfiados de levantarse de la silla por aquello “quien se va de Sevilla…”
- Directores deportivos intentando desviar la atención de sus responsabilidades en lo sucedido, dibujando a marchas forzadas un nuevo proyecto de futuro.
- Jugadores menos protagonistas o recién llegados, intentando esconderse de focos que puedan apuntarlos como culpables, jugando al avestruz.
Todo esto en cuanto a los protagonistas, a lo que hay que sumarles la horda de aficionados para los que cada minuto sin respuestas es como pasar un quinario, medios de comunicación buscando titulares para seguir haciendo más grande si cabe el dolor,…
Así que esas llamadas de teléfonos, reuniones en una mesa, en esos primeros días lejos pueden estar de una reflexión tranquila, sosegada y exitosa.
Y ¿cuándo es el momento correcto?
Si entendemos que las primeras horas o días serán momentos en los que los procesos emocionales seguirán vivos y muy encendidos, deberemos pasar esos momentos para acercarnos al momento idóneo.
Habrá por tanto que permitir que pase esos momentos de primeros días de intensidad emocional para dar paso a la meseta de la gestión de la derrota. Sin duda será difícil hacer frente a la necesidad de “toma de decisiones aceleradas”, que solo valen para justificar el sueldo.
La meseta como clave del impulso
Tras esos días en los que se puede camuflar un cierto encierro, simulando un período de clausura monacal, con pequeños mensajes de “estamos en ello”, consideramos que la meseta es el momento clave para resolver bien eso de cómo gestionar la derrota.
La necesidad toma de decisiones acelerada solo vale para justificar el sueldo
Y es que una vez superados los momentos de intensidad emocional que cada uno afrontará desde su rol y con sus propias habilidades – muy recomendable la formación específica para directivos y directores deportivos- llegará esa necesaria pausa que debe ser de verdadera reflexión personal e individual; unos días para que cada uno analice su situación en la crisis y haga un ejercicio personal de brainstorming de ideas hacia el futuro.
Sumar desde el optimismo, nunca antes
Consideramos clave que el encuentro sea después de ese brainstorming personal porque lleva implícito una mejora del estado de ánimo. Cuando piensas en cómo construir el futuro, siempre suele ir asociado a una mejora de los estados anímicos; de ahí que sea un buen momento para encontrarnos, porque los recelos, odios y miedos habrán disminuido en gran cantidad.
Ese sería el momento idóneo para sentarnos, hablar, aportar y sumar. Lo que no implica que algunos decidan marcharse, pero será sin duda una decisión que se valore globalmente y nunca como reacción emocional a la derrota.
Pensar en construir el futuro suele llevar implícito una mejora del estado de ánimo
Sin duda, consideramos que ese es el momento idóneo para la mejor toma de decisiones que resuelva el complejo enigma de “cómo gestionar la derrota”.
¿Garantía de éxito en cómo gestionar la derrota?
Pues evidentemente no hay ninguna garantía de que siguiendo este u otro proceso se vaya a lograr el éxito deportivo a futuro. Eso lo dejamos a los “adivinadores de bola de cristal”. En nuestro caso, haciendo un metaejercicio sobre lo escrito, deberemos confiar en lo que más se aproxime a la coherencia de los procesos mentales.
Y recordad: para ganar, siempre hay que aprender a perder.
Gracias por leernos.